Retablos e Imaginería

En la Capilla de Ntra. Sra. de la Aurora nos encontramos con un total de cinco retablos, los cuales os iremos presentando a medida que avanzamos hacía el interior del templo.

En el muro izquierdo, el retablo de la “Trinidad” o “Padre Eterno”. Este es de hornacina, con un cuerpo y una calle, en madera dorada y pintada, decoración de hojarasca y rocalla del último tercio del siglo XVIII. Contiene un óleo muy repintado (2,23 x 1,55) del mismo periodo que representa a la Santa Trinidad y del cual se desconoce su autor.

Dicho retablo, según el investigador Federico García de la Concha en su obra “De Triana a Sevilla: La Hermandad de San Benito”, se cree que no es originario de la Capilla de la Aurora, pues mantiene que vino procedente de la Ermita de la Encarnación de Triana, poco después de que ésta fuese cerrada al culto hacia 1868, como consecuencia de la Junta Revolucionaria antimonárquica que se constituyó en la ciudad de Sevilla. De la Concha hace tal suposición por un documento del 17 de Octubre de 1874, en el que el párroco de Santa María la Blanca, Emilio Guzmán, elevaba su petición y solicitaba entre otras cosas: “un lienzo de medio punto del Padre Eterno, otro de la Asunción, un retablo mayor, cuatro retablos pequeños, un San Rafael y un San José, etc.”, enseres y objetos de culto que fueron concedidos y recogidos (éstas se hallaban en la sala capitular de la Hermandad de la Concepción de la Parroquia de Santa Ana de Triana) una semana más tarde.

Frente a éste, en el costado derecho, se encuentra el retablo de San Blas, el cual tiene un cuerpo y tres calles. Está realizado en madera policromada imitando mármoles, presenta columnas neoclásicas y una mesa de altar a juego. Está datado a finales del siglo XIX.

La calle central está ocupada por la imagen de San Blas, mientras que en las otras dos se encuentran las figuras de San José y Santa Rita de Cassia. Estas dos, junto con las de San Judas Tadeo y Nuestra Señora de Fátima que se sitúan sobre la mesa de altar, son de reciente adquisición y de poco valor artístico. La imagen de San Blas, llegó a Los Palacios en 1896 procedente de la colegial del Salvador, siendo donada por el presbítero don Francisco Manzano.

En la parte izquierda del crucero nos encontramos con el retablo de Santo Domingo de Guzmán, sin duda alguna, el de mayor calidad de todos los que se hallan en la Capilla. Este consta de un cuerpo y tres calles separadas por columnas salomónicas y estípites. Está tallado en madera en blanco, sin dorar, con decoración de hojarasca y conchas, respondiendo a la corriente tardía del Barroco y datable en la 2ª mitad del siglo XVIII, pues posiblemente fue labrado hacia 1774 para acomodar en su sagrario el Santísimo Sacramento que, como mencionamos anteriormente, fue trasladado aquí desde la Parroquia Mayor de Santa María la Blanca mientras que en ésta se acometían unas obras.

En el lateral derecho de dicho retablo, se sitúa la imagen de San Antonio de Padua (0,64). Esta es una talla en madera policromada de finales del siglo XIX, de autor anónimo. Porta una diadema en plata de ley datable en la misma época que la imagen y con un diseño semejante a los de M. Palomino, aunque no hay ningún documento que así lo certifique. Esta imagen en tiempos pasados, fue la que ocupó la parte central de este retablo, de hay que los más mayores lo conozcan todavía como el retablo de San Antonio.

En la hornacina central Santo Domingo de Guzmán (1,10). Imagen de candelero en madera policromada del siglo XVIII y autor anónimo, que porta en la mano izquierda un libro y en la derecha lleva estrella de plata. Esta imagen parece ser que procedía de la antigua y desgraciadamente hoy desaparecida Capilla de Jesús, que curiosamente era propiedad de la Cofradía del Gran Poder.

Y en el lateral izquierdo el Arcángel San Rafael (0.75). Talla en madera policromada con estofados en oro de finales del siglo XVIII y de autor anónimo. Esta es una imagen de altar que al parecer ha estado incrustada en otra pieza de la que formaba parte.

Tras analizar detenidamente la decoración y los motivos alegóricos del altar de Santo Domingo y los muchos rasgos que tiene en común con la cúpula (alegorías del sol y la luna, escudo mariano, etc.), así como la fecha aproximada en la cual se data, todo parece indicar que pudo ser el retablo que se encontraba en el Altar Mayor de la Capilla durante los primeros tiempos y en el cual se hallaba la imagen de Nuestra Señora de la Aurora.

Flanqueando este altar, en sendas peanas de madera, se veneran las imágenes de San Antonio y de la Inmaculada Concepción, donada esta última en 1926 por el entonces presbítero don Manuel Cortés.

Frente a éste, en el crucero derecho, se encuentra el retablo más moderno que alberga las imágenes titulares de la Hermandad del Gran Poder. Este es un altar tríptico en madera dorada de estilo neobarroco, a semejanza del Altar Mayor de la Basílica del Gran Poder de Sevilla. Fue obra de Manuel Guzmán Bejarano y se inauguró en 1973.

En la parte izquierda se sitúa María Santísima de la Soledad, obra de Francisco Buiza (1971). En el centro encontramos a Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, obra de autor anónimo y que responde cronológicamente a características iconográficas comunes de la segunda mitad del siglo XVII. Por su parte,, en la derecha de esta altar se sitúa San Juan Evangelista, obra de Francisco Berlanga de Ávila (1999).

Y por último, en el Altar Mayor de la Capilla, y ubicada en una hornacina, recibe culto la milagrosa imagen de Ntra. Sra. de la Aurora, una talla del XVII y autor anónimo. Anteriormente, estuvo ubicada en un retablo formado por un cuerpo, tres calles y ático, realizado en madera policromada, imitando mármoles, con columnas neoclásicas y datable en el siglo XIX. Dicho retablo hubo de ser retirado, con el pertinente permiso de la autoridad eclesiástica, durante el proceso de las obras de restauración de la Capilla de Ntra. Sra. de la Aurora llevadas a cabo durante 2011, debido al lamentable estado de conservación del mismo, al encontrarse afectado por xilófagos y humedades. Desde entonces se conserva en dependencias de la Hermandad, perfectamente catalogado y signado.

En una hornacina situada en el lado izquierdo del crucero nos encontramos con un Niño Jesús (0,64), el cual es de madera policromada, de la primera mitad del siglo XVII y de autor anónimo. Esta imagen ha sido sometida a considerables reformas que lo han deteriorado por las que, entre otras cosas, se le incorporaron unos ojos de cristal y se le retalló el pelo. Este niño porta además dos importantes piezas de orfebrería: una cruz de plata lisa con motivos pasionistas burilados y unas potencias de plata repujada, ambas del siglo XVIII.

También recibe culto en este templo un Niño Jesús, ejecutado en madera policromada, muy probablemente del siglo XIX, imagen que estuvo ubicada en una hornacina que se encontraba junto al retablo de la Hermandad del Gran Poder y que hoy en día se halla tabicada.

Por desgracia se desconoce el paradero de otros objetos importantes, quizás no por su calidad artística pero sí por su antigüedad, y que formaban parte de la fisionomía interna de la capilla hasta prácticamente mediados de la década de los 90.

De esta manera, ha desaparecido el púlpito y su tornavoz, realizados en madera policromada a finales del siglo XVIII, así como una puerta casetonada de la misma época.